alimeda

jueves, mayo 03, 2007

Conversaciones en el tren

Hoy voy de trabajo hasta arriba y un poco más, pero no quería olvidar una de esas conversaciones robadas en el tren que hacen que no puedas concentrarte en la lectura y te hacen pensar que al fin y al cabo a la mayoría nos mueven las mismas preocupaciones, los mismos deseos y que todos por muy diferentes que lleguemos a ser tenemos puntos de unión de una exactitud increíble. La escena es la siguiente:



Suben dos hombre de alrededor de 40 años en el tren. No sé de que hablan la verdad es que yo estoy superconcentrada en el libro y ya cuando creo que han pasado 10 minutos me doy cuenta de qué están hablando: del trabajo, de la empresa de uno y cosas por el estilo. No presto atención.



Hasta que empieza la sustancia de la conversación. A raíz de una descripción creo que de la situación laboral de uno que cree que a finales de junio lo echaran por una rara política de empresa que echa y contrata gente según temporada.



Empieza a comentar que no sabe lo que hará después si irse al paro y esperar a que lo vuelvan a contratar en la siguiente temporada de contrataciones, o buscar otra cosa. Los dos son informáticos y este le dice al otro que en realidad se ha dado cuenta que a él la informática no le gusta. Que lo que le gusta es la fotografía digital y empiezan a divagar sobre como lo podrían comparar.


Tengo que decir que ha sido un placer escucharles, por las voces, la forma serena de hablar, las reflexiones… Lástima que no me haya quedado con todo, porque ha habido varias que me han gustado mucho.


Han empezado a hablar de otra oportunidad que yo no he entendido muy bien, y luego ha acabado diciendo que lo que cree es que tiene varias cosas pendientes que van y vuelven, que siempre ha querido hacer y al final no ha hecho nunca.


Creía que todo partía de que él había querido hacer Bellas Artes, pero al final no se decidió.


El otro le comentaba que las bellas artes, quizás se pudieran suplir de manera autodidacta o a posteriori. Luego rectificó y dijo: Claro que me imagino que lo que tu quieres decir es todo lo que envuelve el estudio. La gente que conoces, los circuitos que se te abren… (aquí pasan un rato elucubrando como podría entrar en esos circuitos)


Luego también comenta que le hubiera gustado participar en alguna ONG, con cosas de informática. Salir fuera 1 o dos años, pero que debido a que cuando ha tenido la oportunidad tenía pareja, pues no lo había podido hacer. (y este tema les ha dado para plantearse más cosas)



Al final me he quedado con la sensación que el camino correcto y directo a la felicidad o es inexistente o es muy difícil de conseguir:



1.- Si haces la carrera que te gusta, pero no tiene salidas: te arrepientes de haber hecho algo por corazón antes que por cabeza. Te lamentas de lo muerto de hambre que estás y de porqué no habrías sido más listo haciendo algo con más futuro.



2.- En el caso contrario pasa exactamente lo mismo. Consigues un trabajo (que nadie te garantiza que sea estable: El hombre alrededor de 40 años iba enganchando trabajo semiestable con trabajo semiestable) que no te gusta y te arrepientes de lo que hubiera sido de ti si lo hubieras hecho (ellos llegaron a las conclusiones de que quizás estaría repartiendo periódicos gratuitos o quien sabe si diseñando páginas web como había hecho también estudiando informática).


3.-Que el trabajo, trabajo es y que lo que realmente te satisface quizás se pudiera suplir cultivando el ocio.